de Tara Brach
original en ingles: https://www.lionsroar.com/dharma-for-a-traumatized-world/
La causa de nuestro sufrimiento global es olvidar que nos pertenecemos unos a otros y a la Tierra. Tara Brach recomienda cuatro prácticas para alimentar un sentimiento de pertenencia colectivo.
Ésta es una época de trauma global. Colectivamente, nos enfrentamos al calentamiento del planeta, a pandemias, a injusticias raciales y sociales, a un autoritarismo creciente, al horror de la guerra y a una inestabilidad global como no se había visto desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
En este mundo traumatizado, muchas personas acuden a las clases de meditación preguntándose: ¿Cómo puedo atravesar estos tiempos difíciles? ¿Cómo pueden las enseñanzas y prácticas espirituales ayudarme a encontrar la sanación, la conexión y la libertad?
En nuestra sociedad cada vez más individualista, necesitamos unas enseñanzas del dharma fuertemente enfocadas en la interdependencia .
Nos encontramos en un momento de la historia en el que la ilusión del yo separado -con sus miedos no procesados, su agresividad y su destructividad- amenaza todos los sistemas de vida de nuestro planeta. Más que nunca, necesitamos prácticas que puedan hacer evolucionar la conciencia del «yo contra el otro» y del «nosotros contra ellos» a prácticas del «nosotros» que nos motiven a actuar en nombre del bienestar colectivo.
Las enseñanzas budistas apuntan la causa más elemental de nuestro sufrimiento: olvidar quiénes somos realmente. Olvidamos que nos pertenecemos unos a otros y a nuestro cuerpo extenso , la Tierra. Olvidamos que pertenecemos a la conciencia amorosa e ilimitada que es nuestra esencia compartida como seres humanos. En su lugar, vivimos en un trance de separación egoica, alimentando hábitos de aferramiento y autoprotección que nos llevan a violentarnos a nosotros mismos, a los demás y a nuestro mundo.
Aunque el cultivo de la atención plena y la compasión pueden despertarnos de este trance, esto requiere una sabia adaptación a los sufrimientos de nuestro tiempo. En nuestra sociedad, cada vez más individualista, necesitamos un dharma enfocado en la interdependencia. Esto significa pasar conscientemente de centrarnos en el individuo a darnos cuenta de nuestra pertenencia colectiva.
Este cambio crucial y adaptativo está empezando a producirse. Un número cada vez mayor de profesores budistas y laicos de mindfulness, en particular los pertencientes a grupos racializados, están aplicando prácticas de mindfulness y compasión a cuatro ámbitos principales que amplían nuestro sentido de la identidad.
1. Comunicación consciente y resolución de conflictos
Para darnos cuenta de nuestra interdependencia, necesitamos llevar las enseñanzas básicas de la atención plena y la compasión a todas nuestras relaciones. La comunicación consciente requiere intencionalidad y práctica. Las personas, los grupos y las comunidades espirituales se benefician de tener acuerdos claros para hablar y escuchar, como los que existen en el Centro de Meditación East Bay de Oakland, así como directrices para resolver conflictos, como las que se ofrecen en Comunicación no violenta, grupos de Mindfulness Interpersonal, Dialogo Consciente,…. y otros formatos que nos entrenan para estar despiertos, anclados en el cuerpo, abiertos de corazón y ser verdaderos unos con otros.
2. Meditación sensible al trauma
El trauma es el sufrimiento de la desconexión, y nuestras prácticas pueden tanto curarnos como exacerbar nuestro dolor. Debemos reconocer los síntomas del trauma y cómo ciertos estilos de meditación pueden desencadenar el TEPT. Los profesores deben estar capacitados para ayudar a los estudiantes a adaptar la meditación de modo que puedan experimentar amor y seguridad y encontrar la curación hacia un mayor sentido de conexión.
3. Competencia multicultural, sensibilidad y equidad
Si formamos parte de la cultura dominante, estamos condicionados a desvalorizar a otras personas pertenecientes a grupos no dominantes en función de características como la raza, la religión, la identidad de género, la orientación sexual, la clase económica y la capacidad. No podemos despertar espiritualmente sin ser conscientes de la intersección de identidades que conforman nuestra experiencia del mundo y nos separan a unos de otros.
Esta conciencia crece a medida que investigamos, con compasión, los prejuicios y los condicionamientos sociales que cada uno de nosotros arrastra de la cultura dominante en la que vivimos. Dedicar tiempo y esfuerzo a este proceso de autoconocimiento es esencial si queremos crear espacios seguros y acogedores para los demás, construir una comunidad y hacer realidad la verdad, la alegría y la libertad de nuestra pertenencia colectiva.
4. Espiritualidad comprometida
El camino espiritual suele considerarse un trabajo individual, pero nuestra práctica personal interna es inseparable de nuestra forma de comprometernos con la sociedad en general. Al despertar la conciencia, nos damos cuenta de nuestra conexión y unidad con todas las partes de la vida. La expresión natural de esto es un activismo basado en el amor, en el que juntos respondemos al sufrimiento que nos rodea y celebramos la belleza, el misterio y la bondad intrínsecos de la vida.
Durante las dos últimas décadas, he estado formando a personas para que enseñen meditación y, cada vez más, el énfasis se ha desplazado de lo individual a lo colectivo. Durante los últimos seis años he dirigido el Programa de Certificación de Profesores de Meditación de Atención Plena con Jack Kornfield y un equipo maravilloso y diverso de profesores-mentores. Hemos formado a 3.750 nuevos profesores de mindfulness de más de setenta países, destacando estos cuatro dominios tan esenciales para un dharma de interdependencia. Estos profesores profundizan en conocimientos multiculturales, desarrollan habilidades para trabajar con trauma y gestionar conflictos, y se dedican al camino del bodhisattva de la compasión en acción.
Ésta es la esperanza: que un número cada vez mayor de profesores y practicantes alimente un sentimiento cada vez más profundo de nuestra pertenencia colectiva y fomente una evolución de la conciencia. ¿De qué otra forma los seres humanos nos daremos la mano y actuaremos en nombre de la Tierra? ¿De qué otra forma podríamos ir más allá de las divisiones políticas y sociales que conducen a la violencia y la opresión? ¿De qué otra forma crearemos Comunida, un mundo en el que se aprecie toda la vida, se cuide a los vulnerables y vivamos de forma natural para el bien común? El dharma de la interdependencia es lo que nos permitirá crear el mundo que anhelamos, un mundo que exprese nuestra capacidad natural de vivir en el amor.
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator